Ubicado en la Mata Atlántica en la costa de Serra do Guararu en São Paulo, Brasil, Casa Azul es un ejemplo de cómo construir en la naturaleza protegida sin dañarla. Diseñada por Estudio MK27esta casa de playa presenta un diseño que respeta y celebra el entorno exuberante que considera hogar.
Al principio, se trazó un perímetro de protección de dos metros alrededor de la huella proyectada de la Casa Azul para proteger el bosque local de cualquier construcción. El diseño tuvo que cooperar con estrictos parámetros establecidos por las agencias ambientales, garantizando la preservación de la integridad del paisaje. ¿El resultado? Una ingeniosa solución arquitectónica que forma parte del entorno tanto como los árboles y la brisa costera.
La casa se levanta sobre pilotis dándole la apariencia de flotar sobre el paisaje. Una enorme plataforma de madera, que parece ser una extensión del bosque circundante, se extiende debajo de la estructura elevada. Su forma orgánica rinde homenaje a las obras del arquitecto paisajista Roberto Burle-Marx, creando un contraste visual con las líneas nítidas de la casa de arriba. Una piscina está estratégicamente ubicada para disfrutar parcialmente de la luz del sol y al mismo tiempo mantener una relación armoniosa con el paisaje circundante diseñado por Rodrigo Oliveira.
Dos volúmenes escalonados parecen flotar entre las copas de los árboles, ayudando a proporcionar sombra y vistas circundantes. La caja de hormigón inferior enmarca las vistas de la naturaleza gracias a ambos lados de las paredes corredizas de vidrio. Con las paredes abiertas, la barrera entre el interior y el exterior se disuelve creando una gran terraza. El piso superior pretende ser un santuario en medio de las copas de los árboles, albergando habitaciones envueltas en paneles de rejilla de madera (muxarabis) que filtran la luz.
En la planta baja, un muro de piedra rústica actúa a la vez como separador funcional y complemento de los pilares de soporte.
Casa Azul se inclina hacia el minimalismo en materiales y decoración, manteniendo el foco en su entorno. El hormigón texturizado y las maderas cálidas se combinan sin crear una presencia abrumadora en su entorno.
Con las paredes de vidrio abiertas, el espacio común se siente como una casa en un árbol.
Fotografía por André Scarpa.
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